sábado

Carta a un amigo que está lejos

La verdad, amigo mío, no quiero ser el historiador en este caso. Quiero ser uno de los tantos ciudadanos que te pueden contar lo que está pasando; con ojos más humanos, la historia de este movimiento.
Explicarle a un amigo que vive fuera lo que estamos viviendo en estos momentos en Chile es dificil. No solo porque exige la habilidad mental de formarle al otro, a ese que nunca ha puesto un pié sobre nuestro suelo o su mirada en los hogares y lugares de nuestro país, una imagen clara y objetiva de un evento que es, a todas luces, tan único y a la vez tan parecido a otros que circulan como el viento sobre el mundo.
Por estos días, todos hemos visto, desde uno y otro lado de la vereda, cómo miles y miles de personas han marchado por las calles exigiendo un derecho que -sinceramente- ha sido despreciado, manipulado y violado. Los estudiantes de todos los niveles y entidades, profesores y ciudadanos como tú o como yo han hecho una demostración de que el descontento con un sistema que por tantos años ha permitido mantener a miles de chilenos sumidos en la indignación y el descontento.
La educación, uno de lo derechos -a mi juicio- que nuestra constitución garantiza ha sido transformado a lo largo de los años en un bien de consumo, como aseguró Su Excelencia, el Presidente de la República de Chile, don Sebastián Piñera Echeñique. Y no es que sólo haya sido un lapsus linguae de nuestro jefe de Estado. Es lo que muchos, de un lado u otro de la vereda política han ido consolidando, haciendo que millares de familias de clase media y de escasos recursos mueran ahogadas en las deudas y en la pesadilla de los embargos y de sufrir la condena de arrastrarlas hasta más allá de la muerte.
Las calles ya no sólo han servido para el tránsito de personas y vehículos. Hoy, son caminos por donde la indignación, la angustia y el deseo de tener cambios sustanciales transitan. Muchos en Chile nos hemos levantado en contra de un sistema educacional que nos condena a deber millones y millones de pesos por una educación que, contrario a lo que los que están sentados en los sillones del poder piensan, no otorga ni movilidad social, empleos dignos ni sueldos acordes a la realidad macroeconómica del país. Y qué decir del acceso y la calidad de la educación preuniversitaria (primaria y secundaria). El Estado chileno, el que debe ser el defensor de los ciudadanos, por los últimos 30 años, ha hecho vista gorda sobre el hecho de cómo muchos han hecho de nuestra educación, la de hermanos y padres nuestros, un negocio para llenarse los bolsillos con dineros que tanto nos cuesta ganar. La dictadura, la Concertación de Partidos por la Democracia y hoy, la Coalición por el Cambio, han perpetuado un sistema que ha sido perjudicial para tener niveles de educación pública aptos para competir a nivel mundial. Las Universidades chilenas y los colegios se han vuelto tiendas donde se vende la educación a mejor postor. El estado no ha podido hacerle frente al "negocio" ni aplicando como corresponde la ley. Las instituciones educacionales han hecho de nuestra educación un mercado donde al estudiante se le mira como un cliente y nuestros dineros se mueven para quedar en bolsillos de unos pocos.
Y entre todo ello, está el gran problema de que este sistema está perfectamente amarrado por leyes que perpetuan graves deficiencias. Nuestra constitución, adoptada durante los terribles años de opresión, santifica la liberalización de la enseñanza por sobre el derecho a recibir educación, y ni siquiera se molesta en determinar si el Estado es garante de proteger si ese mismo derecho debe ser a una de calidad. Prefirió abrirle las puertas a los mercaderes de la educación y no tener un rol controlador de qué educación nos estaban entregando. El estado tuvo miedo de tener colegios y universidades a su cargo. O de al menos tener control y vigilancia de que la ley se cumpliera. Tapó los baches con la letra chica y permitió que el problema del endeudamiento y del lucro fuera desproporcionado, salvaje y amparado por los resquicios legales.
En resumen: el estado, a través de estos 30 años ha permitido que hoy, los actores relevantes en materia de educación se levanten contra un sistema que tiene a muchos cansados; cansados de que existan brechas abismantes en cuanto a la calidad de la educación publica y particular, de que exista gente que se llene los bolsillos de plata que tanto cuesta tener, de ver que en realidad las aptitudes no sirven si no tienes el dinero para costearte los estudios, de que el aparato estatal no haya tenido las agallas de hacer valer la ley como corresponde y que hoy quieran permitir que siga validándose el lucro. De darse cuenta que la educación en este país necesita una profunda reforma para lograr avances.
Sé que hay muchas cosas que no te he dicho, amigo. Pero quería compartir el sentir que tengo respecto al tema. Déjame también decir que agradezco que tengas solidaridad con nuestra causa. Y digo nuestra porque también siento que es mía. Porque también sufro a causa de este sistema. Porque comprendo que no lo hago no solo por mí; sino también por mis hijos y los hijos de mis hijos. Sueño con que exista la verdadera transformación de este sistema que nos tiene de las bolas. Ya no más.
Si sigues interesado, busca la información no en los medios oficiales en Chile; sino en los que los grandes poderes no tienen influencia.
Un abrazo.