miércoles

Nuestras mujeres y nuestra sexualidad

Me permito usar un término bastante posesivo, con bastante olor a machismo para poder escribir sobre los últimos acontecimientos relativos a la mujer estos días. El Gobierno de Chile ha cerrado la puerta a la idea de legislar sobre un tema que le produce escozor a la derecha más dura y conservadora de nuestro país (y que, además sostiene al mismo Gobierno). Una de nuestras “senadoras” (y me doy el gusto de usar las comillas porque como todos sabemos, no fue electa por voto popular y eso, para mí, un ciudadano, me molesta muchísimo) se da el gusto de decir que las mujeres “prestan el cuerpo”, haciéndonos a la idea de que la mujer es un objeto que carga a una forma de vida en gestación, sabemos que hay algo mal. Y esto, nos replantea las ideas de que este Gobierno no está dispuesto a poner en tabla la conversación siquiera de ellos porque, simplemente, sus aliados políticos no lo quieren.


OK, partamos por el principio.


El aborto hasta 1989 era legal en este país, como muchos ahora deben saber. La dictadura borró de un plumazo, gracias a los plenos poderes que tuvo, la posibilidad que existía de hacerlo para las mujeres, y en pleno derecho en caso de riesgos para la salud que podrían derivar de ello. Durante los gobiernos de centroizquierda que pasaron por este país, la idea deambuló por el Congreso y nuestros diputados y senadores se enconaron en batallas legislativas para revivir el aborto terapéutico. Pero el rechazo de la derecha y, además, el sistema legislativo imperante han logrado que hoy por hoy, todo aquel esfuerzo duerma el sueño de los justos en los Archivos del Congreso Nacional. Ahora bien, si consideran los defensores de la vida que el aborto e incluso el infanticidio es un delito, yo me pregunto por qué nuestro vetusto Código Penal aún tiene sanciones relativamente más bajas que un homicidio simple. Si no me cree, agarre un código o vaya a la página de la Biblioteca del Congreso Nacional y búsquelo AQUÍ.


La ley, antigua y promulgada durante el siglo XIX, considera simplemente a la vida del que está por nacer como un “ciudadano de segunda clase”; cuya vida es menor a la del que está en su pleno desarrollo. ¿No es justo considerar también, gente pro vida, al que está por nacer y al recién nacido tanto o más sujeto de derecho que una persona ya desarrollada? Es un error de visión: si nuestras leyes se empecinan en proteger la vida del que está por nacer, ¿por qué no penar un delito igual que otro si los dos protegen el mismo bien jurídico? En mi opinión, yo estoy de acuerdo en que el aborto, por razones médicas e incluso por violación, sea despenalizado en pos de proteger el derecho a la vida de la madre y su integridad física y psíquica y en el derecho de la mujer a la libertad y la autodeterminación de los cuerpos. La medicina, como ciencia, ha demostrado que es necesario en determinados casos. Y siendo así, si el estado nos provee de cuidados de salud y pretende proteger la vida de sus ciudadanos ¿no debería también al menos poner en el debate público y en el hemiciclo, el tema?


Y siguiendo con el tema, hoy, una de nuestras “senadoras”, Ena Von Baer (UDI), se manda EL comentario de la semana, respecto del aborto, en una estación de radio, diciendo lo siguiente:


“(La mujer) no tiene derecho (a abortar), desde mi punto de vista, una mujer que presta el cuerpo en el fondo, presta el hogar a esa vida que se va a desarrollar, a terminar con esa vida".


Yo le preguntaría: ¿cuándo es que a una mujer se le pide “prestar el cuerpo” para embarazarse? ¿Vale lo mismo decir eso cuando una mujer es atacada, violada y embarazada sin su consentimiento? El estado, nuestros legisladores del ala más conservadora ignoran eso, suponen que la capacidad económica del chileno promedio permite tener una prole tan amplia como las de ellos. No estipulo que el aborto sea un método de control de natalidad, sino que el aborto debe estar en consideración por razones médicas altamente establecidas. Y despenalizado. Si no somos capaces de tener el pleno dominio y control sobre nuestros cuerpos, especialmente las mujeres, ¿cómo esperan que las tasas de aborto clandestino en este país bajen? Si no se es capaz de crear una educación sobre la sexualidad en este país, abierta, honesta y que cubra todos los aspectos de ella, ¿cómo será posible que bajemos la tasa de embarazo adolescente en Chile? ¿Cómo será posible tener un país respetuoso y tolerante con las minorías sexuales?


El Estado ha fallado desde hace décadas en tener adolescentes y adultos informados correctamente sobre sexualidad: las JOCAS (Jornadas de Conversación sobre Afectividad y Sexualidad) fueron boicoteadas por la Iglesia (para ello, crearon el programa Teen Star) y criticadas por la derecha durante los 90; la derecha quiso boicotear la entrega de la pastilla del día después en los consultorios. Y ahora, el tema del aborto en Chile está cerrado por el mismo Ministro Chadwick. No nos engañemos: este Gobierno no está dispuesto a hacer concesiones en temas de este calibre porque su mismo ADN se lo impide. Su cultura, su educación, su mirada de la sexualidad está empañada por moral y está empecinada en que a cualquier costo, la cruz esté presente por sobre la autodeterminación sexual de las personas y la libertad de ellas.


No hay que cejar. Necesitamos hablar y discutir a todo nivel estos temas. No hacerlo equivale a permitir que el sistema siga igual, a que aún exista gente que decida sobre nosotros. Y, siendo una democracia (y una no muy buena, que digamos), tenemos derecho a que estos y otros temas sean parte de una conversación a nivel país.

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